Paula Zubieta -

Si ayer lamentábamos el fallecimiento de la querida Princesa Leia, a quien daba vida Carrie Fisher, hoy tenemos que lamentar el fallecimiento de la mujer que la trajo a este mundo. Debbie Reynolds se encontraba en casa de su otro hijo, Todd Fisher, cuándo comenzó a sentirse mal y, aunque rápidamente fue trasladada al centro médico Caedar-Sinai de Los Ángeles al mostrar síntomas de embolia, ya nada pudieron hacer por ella. Tenía 84 años y, como su propio hijo comunicaba horas más tarde, “ahora se encuentra con Carrie”.

La muerte de su hija le había -como a todos- pillado por sorpresa y, sólo unas horas antes de su muerte, la actriz compartió un mensaje de condolencias con todos los fans que estaban mostrando su apoyo tras el fallecimiento de su hija: “Gracias a todos los que habéis disfrutado con los talentos y dones de mi amada y estupenda hija”, escribió Debbie en una nota de prensa difundida a través de las redes sociales y que firmó como “la madre de Carrie”.

Quizá su muerte no impacte al mundo de la misma forma que ayer conmocionó la noticia de la muerte de su hija; pero lo cierto es que Debbie Reynolds fue una estrella en sí misma. Debutó en el mundo del cine en 1950 con el musical Three Little Words -con el que consiguió una nominación al Globo de Oro- y, tan solo un año más tarde, interpretó junto a Gene Kelly y Donald O´Connor el clásico -hoy conocido mundialmente- Singin' in the rain. Su talento como actriz, cantante y bailarina la definieron como una leyenda viva. Hasta siempre, Debbie, reúnete con tu hija, nuestra princesa.

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