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El infinito constante de M. C. Escher encuentra una ventana en Madrid


Guillermo Martínez -

Maurits Cornelis Escher jamás imaginó la trascendencia que llegarían a tener sus grabados, y mucho menos que fuesen utilizados por campos tan diversos como la publicidad, la música o la moda. La exposición, que recoge un total de 200 obras de este surrealista, se complementa con pequeños experimentos científicos y recursos educativos en los que divagar sobre las perspectivas geométricas y la entroncada relación entre ciencia y arte.


La muestra está comisariada por Mark Veldhuysen, director Ejecutivo de la M. C. Escher Company, junto a Federico Giudicendrea, experto en la figura del artista. A su vez, la exposición recoge obras de todos los períodos por los que Escher (Leeuwarden, 1898 – Laren, 1972) se atrevió a fantasear. Aun con ello, la relación entre la ciencia, la naturaleza y la contemplación, junto a un elevado grado de análisis, se hace patente en la mayoría de sus composiciones.

Dado el gran número de obras, el recorrido marcado se divide en siete apartados. El primero de ellos referencia al ‘Primer periodo’, que trata las primeras influencias que recibió Escher. El génesis del artista está íntimamente ligado con el Art Nouveau, un nuevo movimiento caracterizado por la utilización de líneas curvas y formas intrincadas inspiradas en las formas naturales. Más tarde, también le sirvió de inspiración Italia, donde residió varios periodos de tiempo entre 1921 y 1935.

El siguiente apartado se denomina ‘Teselaciones’, en el que se puede apreciar un punto de inflexión en la obra del visionario holandés. La razón de ello fue su segunda visita a la Alhambra de Granada y a Córdoba, ya en 1936, donde quedó realmente impresionado de la geometría utilizada por la arquitectura islámica para decorar ciertas estancias.


En ‘Estructura del espacio’ se ve realmente la fascinación que tenía Escher por las esferas. Esto le llevó a pensar que, dado que una esfera proyecta todo el espacio que la rodea con la característica de que los ojos del espectador se encuentra en el centro, el Yo es un elemento indiscutible, en el que a su alrededor gravita el mundo. Asimismo, en esta sección se puede observar la curiosidad que Escher tenía sobre los compuestos cristalinos por su particular organización molecular en el espacio.

Dentro del cuarto ámbito, denominado ‘Metamorfosis’, se encuentra una de sus obras predilectas, Encuentro. En ella, utilizando la técnica del teselado, se dan la mano un optimista y un pesimista. Del mismo modo, también utiliza la naturaleza de forma explícita en sus obras, como en Verbum, en la que partiendo de figuras geométricas que se van teselando poco a poco acaban apareciendo animales como ranas, peces y aves. Así pues, este genio consigue además representar la tierra, el agua y el aire, todo ello dentro del imparable recorrido del día y la noche.

El quinto apartado de la muestra está dedicado a las ‘Paradojas geométricas’, un tema íntimamente ligado con la ciencia, concretamente con las matemáticas. De esta forma, y observando los diferentes ejemplos que hay en la exhibición, la reciprocidad entre los científicos y el artista se hace patente, pues los dos estilos de representar y explicar la realidad se apoyan mutuamente.


Un hecho a destacar es el que une a sus trabajos con las nuevas tecnologías, ya que se utilizan estas últimas para completar a los primeros, llegando a usar nuevas herramientas digitales para terminar obras no acabadas por la imposibilidad de hacerlo, como se puede apreciar en la litografía expuesta Galería de grabados (Print Gallery).


En ‘Obras por encargo’ se recogen ciertas obras realizadas en la más absoluta cotidianeidad. De este modo, es posible observar elementos como exlibris o tarjetas de visita, que no dejaba de caracterizar con su peculiar toque personal.

Por último, la séptima sección está dedicada a la ‘Eschermanía’, en donde se muestran todos los usos que ha tenido, en diversos campos, el arte del vanguardista holandés. Así pues, sus creaciones han sido utilizadas para carátulas de discos de grupos tan reconocidos como Pink Floyd. En el terreno de la audiovisual, ciertos grabados han sido utilizadas por los dibujantes de Disney y los Simpsons, al igual que por los publicistas de Audi y los cafés Illy. Ciertas películas de renombre también han podido gozar de la presencia de rasgos eschernianos entre sus fotogramas, como los largometrajes Dentro del laberinto, las escaleras mágicas del castillo de Hogwarts en Harry Potter y Noche en el museo III.

Esta línea argumentativa trazada por todos los estilos que Escher experimentó, se complementa majestuosamente con citas del artista en las paredes junto con la propia sede de la exposición, el Palacio de Gaviria. Este emplazamiento decimonónico, de estilo italiano y en pleno centro de la capital, acoge la muestra de forma casi inmejorable en sus salones altos, decorados con espejos de gran envergadura y elementos originales que también se pueden contemplar en la exhibición.

Cabe resaltar el trabajo didáctico que se lleva a cabo durante toda la muestra, pues se puede curiosear con algunos componentes que Escher tenía en su mente, como una habitación rodeada de espejos en donde, el espectador más ávido, conseguirá plantar cara al infinito o fotografiarse delante de una progresión infinita en espiral


En definitiva, una exposición que “habla de técnica, belleza, ilusiones y sueños”, en palabras del comisario Mark Veldhuysen; relacionadas con declaraciones del propio M. C. Escher que, en 1953, llegó a decir que “toda esta técnica es tan solo un medio, no un fin en sí mismo. (…) Su objetivo es representar sueños, ideas o problemas de un modo tal que otras personas puedan observarlos y ponderarlos”.

Y esos sueños, ideas o problemas son los que con estas litografías, xilografías y grabados podemos disfrutar o plantearnos, recrearnos o pensar. Pensar que los mundos posibles ya existen, solo hay que contemplar y analizar para poder llegar a lo más profundo de la naturaleza, de nuestro ser.


 

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