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'Call me by your name' tiene sabor a fruta de verano: es aromática, dulce y carnosa #Oscar20



Ficha

Título: Call me by your name

País: Italia, EE.UU., Francia, Brasil

Director: Luca Guadagnino

Guion: James Ivory (Libro: André Aciman)

Reparto: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michel Stuhlbarg, Esther Garrel

Género: Drama romántico

Puntuación: 4,5/5

Silencio.

Silencio en la sala.

Dos largos minutos de reloj en los que todos los espectadores están sentados en las butacas sin decirse nada.

Los créditos pasan y nadie se levanta.

Nadie mordisquea un grano de maíz que no ha llegado a convertirse en palomita.

Acaba de terminar Call by your name.


¡Qué parlamento final, señor mío!

Algunos lloran.

Pero el largometraje de Guadagnino no es una película para secarse de tanto moquear y lagrimear.

No es lacrimógena.

No es un melodrama.

La historia de amor de Elio (Chalamet) y Oliver (Hammer) es el típico romance de verano, la historia de una romance correspondido. Otra historia más de aprendizaje, de paso a la edad adulta.

La localización (la provincia italiana de Cremona) parece sacada de una guía de Lonely Planet de lo cinematográfica y bella que es.


No, aquí no hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera el estilo tan marcado de esteta y sofisticado que desprende el director.

No es una película que pueda agradar a todo el mundo. Es larga, es morosa, es contemplativa, y puede resultar desagradable a ciertas mentes (¡pobres mentes!): la escena del melocotón es sublime.

Pero lo que convierte a Call me by your name en una buena película, en una gran película, es su honestidad. Es sincera. Es modesta. Tiene sabor a fruta de verano: es aromática, dulce, carnosa… Y no, no estoy hablando de nuevo del melocotón.


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