Ruta por la Costa Azul
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Ruta por la Costa Azul



La Costa Azul de Francia, que se extiende desde Saint-Tropez hasta la frontera de Italia, es uno de los lugares más turísticos de Europa. El fuerte y llamativo color del mar da nombre a todo este litoral, famoso también por su clima, sus playas y su emplazamiento geográfico.


Si eres de los que siguen pensando en irse de vacaciones, te proponemos algunas rutas por las principales ciudades para que descubras el encanto del sur de Francia. Un viaje entre la tradición y la modernidad, una combinación entre los rincones más íntimos y los ambientes más lujosos.


NIZA


Niza - Foto: Berta Jiménez

La capital del departamento de los Alpes Marítimos es uno de los centros más turísticos de toda la zona. Su historia, gastronomía y costumbres son una mezcla de influencias provenzales e italianas, dado que la ciudad estuvo ligada a Italia hasta su anexión a Francia en 1860.


Una buena forma de comenzar tu visita por Niza es caminando por el Paseo de los Ingleses (Promenade des Anglais), un amplio paseo marítimo que bordea la Bahía de los Ángeles. Esta parte de la ciudad representa la elegancia de la Belle Époque, con sus lujosos casinos y hoteles como el Palais de la Meditérranée o el Negresco, uno de los más famosos del mundo. Y justo en frente de los hoteles, la playa. La costa de Niza alterna playas públicas y privadas, aunque debes saber que todas son playas de piedras, por lo que es recomendable usar cangrejeras para meterte al mar.


Continúa tu viaje adentrándote en el casco histórico. Estrechas callejuelas laberínticas y antiguas fachadas de colores invitan al turista a viajar a otra época y a probar, de paso, la gastronomía típica niçoise en sus restaurantes tradicionales. Entre los platos más famosos destacan la socca, una peculiar masa de harina de garbanzo; la pissaladière, pizza de cebolla caramelizada y los farcis, surtidos de verdura rellena, así como la ensalada niçoise, de anchoas, huevo, aceitunas y atún.


En esta zona podrás visitar la catedral, la ópera de Niza y algunos museos. Además, hay dos amplias plazas de gran importancia que debes conocer: la plaza Garibaldi y la plaza Massena, con la fuente del dios Apolo y la escultura Conversación entre continentes del artista español Jaume Plensa.


Entre el centro y la playa, hay una calle de obligada visita: Cours Saleya. Es el lugar donde se instala el conocido mercado de las flores (cada mañana de martes a domingo). Perderse entre los puestos de frutas, quesos y aceites, sumergiéndose en la mezcla de olores florales es algo que todo visitante debe hacer. Y si quieres llevarte un recuerdo de Niza, allí mismo podrás comprar una bolsita de lavanda o un jabón de Marsella.


Por último, sube a la Colina del Castillo (Coline du Chateau), un alto desde donde podrás contemplar unas vistas espectaculares de la costa y la ciudad. Y al bajar, ¡no te olvides de hacerte una foto en el letrero #IloveNice que te recordará cuánto te ha gustado esta ciudad!


ANTIBES


La fortificada ciudad de Antibes, a unos 23 km al oeste de Niza, es un destino turístico durante todo el año, a diferencia de otros lugares exclusivamente veraniegos como el vecino Juan-les-Pins. Cuenta con el mayor puerto deportivo de Europa, con amarres para unos 2.000 barcos, y con uno de los mejores mercados de productos frescos de la zona.


Antibes - Foto: Berta Jiménez

Te recomendamos que empieces la ruta precisamente por el puerto deportivo: Port Vauban. Al lado, verás el Viejo puerto y la Porte Marine, la principal entrada a través de la muralla que te conducirá al caso antiguo de Antibes. Allí puedes pasear por sus encantadoras calles, sentarte en alguno de sus muchos restaurantes y visitar el mercado provenzal. Verás también la Iglesia de la Inmaculada Concepción, de colores ocres y rojizos, y al lado, el Museo de Picasso.


Este museo, situado en un antiguo castillo, alberga toda una colección de cuadros y esculturas, la mayoría realizadas cuando el artista vivía en la ciudad. Incluso, una parte del edificio fue utilizado por Picasso como estudio después de la primera Guerra Mundial. El museo contiene también obras de otros artistas como Tapiès, Léger, Picabia o Miró.


Y tras el turismo, lo que viene bien es un buen chapuzón. Antibes cuenta con una pequeña playa cerca del viejo puerto (Plage de la Gravette) y otra considerada la mejor de Antibes: la Plage de Salis. Es de arena y se sitúa a 15 minutos a pie del centro histórico.


CANNES


Si continuamos por el litoral oeste, llegaremos a la famosa ciudad de Cannes. Conocida por su festival internacional de cine, se caracteriza por el turismo de lujo y playa, pero no sólo es eso. Su pequeño barrio antiguo y sus calles de tiendas del centro ofrecen una visión diferente a los tópicos. Puedes empezar la visita precisamente por aquí.


Cannes - Foto: Berta Jiménez

Si llegas en tren, nada más salir de la estación te encontrarás con el bullicio del centro y los comercios. Al cruzar esta zona, deberás dirigirte a tu derecha y adentrarte en la calle Meynadier, una de las más antiguas de la ciudad, para emprender el camino hacia Le Suquet, el casco histórico. En paralelo, encontrarás el Marché Forville, un mercado cubierto de productos locales.


Para llegar hasta Le Suquet, que está en un alto, puedes seguir subiendo desde la calle Meynadier, una de las más antiguas, o buscar la calle Mont Chevalier, donde se encuentra la máscara del hombre de hierro, que según la leyenda estuvo encerrado en la prisión de la isla Santa Margarita, justo en frente de la ciudad.


Al llegar a la cima de la colina, podrás visitar la iglesia de Notre Dame de l'Esperance y su torre del reloj, y el Museo de la Castre, en el antiguo castillo de los monjes de Lérins. En el patio hay una torre de vigilancia del siglo XI desde donde observar unas impresionantes vistas.


Continúa la ruta bajando hacia el viejo puerto, pasa por la agradable plaza del Ayuntamiento y llegarás al famoso Palacio de Exposiciones y Congresos, donde se celebra cada mayo el festival de cine de la ciudad. Un largo caminito de huellas de manos de famosos rodea el edificio. Sus 18 auditorios albergan también eventos, conciertos, convenciones y ferias de todo tipo durante el resto del año.


Y tras el Palacio se extiende el Paseo marítimo de La Croisette. Flanqueado por boutiques y tiendas de lujo, este paseo cuenta con grandiosos y palaciegos hoteles de principios de siglo, como el Majestic, el Martínez o el Carlton, donde normalmente se aloja el jurado del festival de cine. Al otro lado de los hoteles se encuentran las playas: de arena pero en su mayoría, privadas.


VILLEFRANCHE-SUR-MER


Villefranche-sur-mer - Foto: Berta Jiménez

Nada más salir de Niza hacia el este nos toparemos con Villefranche-sur-mer, una población situada en las llamadas Corniches: tres carreteras entre Niza y Menton que discurren tanto por la montaña como por la costa.


Fundada por los condes de Provenza, Villefranche fue el puerto principal de Niza durante siglos. Ahora, no más de una veintena de barcas se amarran en el agradable y pequeño muelle donde se encuentran la mayoría de restaurantes. Por allí, puedes visitar la Iglesia de Saint Michel y la capilla de Saint Pierre, la cual fue decorada por Cocteau con frescos de San Pedro, patrón de los pescadores.


No muy lejos, se encuentra la Plaza Amélie Pollonais, donde se instala los domingos un rastro Por último, es interesante entrar a la Citadelle y visitar los cuatro museos que se encuentran en ella.


ÈZE


En las Corniches se alza también el pequeño pueblo medieval de Èze. A diferencia de Villefranche, que está a pie de playa, se sitúa en lo alto de un peñasco de 429 m de altitud.


Èze - Foto: Berta Jiménez

En este pueblo de piedra, cada calle parece una postal. Vías estrechas y empinadas, llenas de flores, con puertas y ventanas de madera, forman un laberinto en el que merece la pena perderse. Las numerosas galerías de arte dan un toque más colorido y pintoresco al lugar, si cabe.


Puedes comenzar tu visita por la Plaza de la Iglesia, donde se encuentra la mencionada iglesia y su campanario. Justo al lado, un pequeño cementerio. Recorriendo las callejuelas, encontrarás la capilla de los Penintentes Blancos, del siglo XV, donde antiguamente se acogió a los leprosos o afectados por la peste. Verás igualmente el lujoso hotel Château de la Chèvre d’Or.


Pero lo más espectacular de Èze es su Jardín Exótico, en lo más alto de la montaña. Merece la pena entrar para pasear entre las diversas especies vegetales y contemplar las impactantes vistas de la costa. Incluso, puedes tumbarte en las hamacas de una terraza cercana a una cascada. En este jardín se encuentran también las ruinas de un antiguo castillo.


Por último, en la parte menos elevada del pueblo, encontrarás un camino que baja hasta la población Èze-sur-mer. Se trata de un recorrido por la montaña de unos 45 minutos, el cual curiosamente inspiró al filósofo Nietzsche en su libro Así habló Zaratustra.


Actualmente es un destino turístico muy recomendable que se puede visitar en un par de horas, aunque en temporadas altas puede llegar a ser agobiante dado no está pensado para acoger demasiados turistas.


MENTON


Menton - Foto: Berta Jiménez

Menton es la última de las poblaciones francesas antes de llegar a Italia. Conocida por la producción de limones y sus jardines tropicales, esta pequeña ciudad tiene un casco antiguo con especial encanto. Si paseas por sus estrechas callejuelas, llegarás hasta plazas tan acogedoras como la Place du Clap, con un olivo en el centro, o la Place aux Herbes, con soportales y castaños.


Uno de los templos barrocos más destacados de la región se encuentra en Menton: la basílica de Saint Michel Archange. En la plaza contigua se alza la Capilla de los Penitentes blancos, construida para una cofradía laica en el siglo XVII. Subiendo un poco más por la montaña en la que está construida la ciudad, llegarás hasta el Cementerio del Viejo Castillo, desde donde se pueden observar unas espléndidas vistas.


Por último, no puedes perderte el Casino en el paseo de la playa (Promenade du Soleil) y los dos Museos del cineasta y pintor Jean Cocteau, ambos cerca del viejo puerto. El más pequeño, llamado Bastión Musée Jean Cocteau, fue supervisado por el propio artista y alterna dibujos, litografías y fotografías de su etapa mediterránea.



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