Yangshuo: huyendo de las megaurbes chinas
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Yangshuo: huyendo de las megaurbes chinas


José Cabrera -

Al sur de China, en la provincia de Guangxi, se encuentra la impresionante región de Yangshuo, cuyos paisajes surten un efecto relajante casi de inmediato, sobre todo para quiénes la visitamos en busca de una paz más difícil de encontrar en las superpobladas Pekín o Shanghai.


José Cabrera - El Joven Tintero

Foto: José Cabrera

Guilin es una de las ciudades más grandes cercanas a Yangshuo y una de las vías más fáciles desde donde viajar al espectacular pueblo, ya que consta de aeropuerto y estaciones de tren y autobús. China cada vez recibe más turistas extranjeros y de hecho Yangshuo ha convertido esta industria en uno de los dos motores de su economía, siendo el otro la agricultura. Pese a ello, es muy común que encontremos pocos carteles en otro idioma que no sea el mandarín y mucho menos alguien que hable otra lengua. Quizás, con un poco de suerte, demos con algún estudiante de la ciudad que sí tenga algunos conocimientos de inglés. Pero lo más recomendable, si no conocemos la lengua, es apuntar los caracteres de “Yáng shuò” (阳朔) y buscar el bus que corresponda. Otra opción es apuntarse a una de las excursiones en barco que hacen desde Guilin por el río Li hasta Yangshuo. El trayecto suele durar unas tres o cuatro horas. En el río, además de darnos un baño es posible ver a pescadores en sus barcas de bambú practicando la tradicional pesca con Cormorán.

Llegados a Yangshuo lo ideal, si queremos evitar el bullicio, es no moverse mucho por las calles centrales del pueblo. La agricultura, sobre todo las inmensas terrazas de cultivos de arroz, ha sido la principal fuente de ingresos de una localidad tradicionalmente austera, pero desde hace unos años el turismo se ha ido implantando cada vez más. Motivo por el cual conviven la basta naturaleza, la tranquilidad de un tradicional pueblo chino, donde poder degustar unos deliciosos tallarines con verduras y mucho ajo (dicen que es un remedio natural para prevenir las habituales gripes de su clima tropical), con zonas del centro, como la Calle del oeste o Calle Bar, plagadas de pub y bares internacionales, incluso hay un “Tapas bar” español, mercadillos y hasta McDonald’s y KFC. Pero aunque es posible que el turismo masivo esté modificando poco a poco la aldea, todavía es posible encontrar aspectos en ella que nos transmiten su tradicional idiosincrasia. De hecho, para quienes gustan de viajar más a la manera de un trotamundos, dejándose llevar y no teniéndolo todo demasiado planificado, Yangshuo es también un destino ideal.

China es un país muy hospitalario, lo más habitual es que sus habitantes se muestren curiosos, abiertos y amables con los visitantes. Yangshuo está lleno de hostales y albergues a muy buen precio, uno muy recomendable, por sus buenas instalaciones y la amabilidad de sus propietarias es el llamado No kidd inn, situado a apenas dos minutos del río Li, con una terraza en la que, además de tomar algo, es posible disfrutar de unas espectaculares vistas panorámicas.


José Cabrera - El Joven Tintero

Foto: José Cabrera

Una manera muy amena de visitar algunos enclaves de la región es alquilar una bicicleta por días, prácticamente todos los albergues cuentan con este servicio por apenas 1€. De esta manera, es posible deleitarse tranquilamente del lugar, recorrer sus caminos y encontrar rincones, o cuevas mejor dicho, entre las que es posible explorar algunas como la Cueva del agua, y llegar en pocos minutos a lugares como La montaña de la luna, uno de los destinos favoritos para quienes practican escalada, otra actividad económica y divertida que se puede contratar en el pueblo. A la vuelta es muy probable encontrar en los arcenes de la carretera a vendedores ambulantes de miel casera, y otra visita interesante es el Parque de la Primavera de la Mariposa, que llama la atención, entre otras cosas, por la gigantesca escultura de una mariposa pegada a la entrada.


José Cabrera - El Joven Tintero

Foto: José Cabrera

Como si de otro Macondo se tratase, en Yangshuo el tiempo pasa a su propio ritmo. Hay un nexo común entre sus habitantes y visitantes, tanto entre los que buscan algo más aventurero, como el descenso en canoa por el Li o escalar sus montañas de piedra caliza, como quienes optan por perderse tranquilamente entre sus muchos parajes naturales; el ambiente que se respira es el del escapismo, el dejarse llevar y vivir momentos más contemplativos, que son difíciles de encontrar en una gran ciudad. Una porción de paraíso a la que le deseamos.

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